Propuestas y preocupaciones sobre
Calidad de vida
La crisis sanitaria nos ha hecho replantear la forma en la que nos relacionamos con nuestro entorno, tanto en relación con otras personas como con nuestro espacio, así como las actividades desarrolladas desde entidades juveniles. Debido al confinamiento ya se ha producido una ruptura de la cotidianidad y tras él será necesario establecer nuevos hábitos. Durante el período de confinamiento hemos adaptado nuestras vidas y funcionamiento en diversos ámbitos a las nuevas condiciones, que pueden habernos traído aprendizajes positivos de cara a establecer una vida saludable y que promueva el derecho al ocio. Pero el confinamiento también ha profundizado problemas ya existentes entre la juventud, como los trastornos de salud mental. Según un estudio de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) las personas jóvenes de entre 18 y 24 años son el grupo de edad que presenta más síntomas relacionados con ansiedad (34,6%) y depresión (42,9%) durante el confinamiento. Estas cifras suponen casi el doble de las del conjunto de la población. De la misma forma, hay estudios que muestran que se está creando una percepción negativa sobre la juventud, derivando en un aislamiento social de personas jóvenes por identificarlas como potenciales propagadores del virus. Esta visión pone en riesgo la cohesión social durante la crisis sanitaria y socioeconómica.
A futuro el escenario de crisis socioeonómica generará problemas como tensión económica, incertidumbre sobre el futuro (estudios y salidas laborales), frustración (esta generación habrá nacido y crecido con la crisis de 2008 y vivirá otra crisis), desmotivación (que se podrá traducir en desmotivación y apatía con instituciones) o trastornos de salud mental. Promover la participación juvenil en todos los ámbitos será clave para que las políticas públicas den respuesta a las necesidades de las personas jóvenes.

Salud mental
Ya antes del brote de COVID-19 un número significativo y cada vez mayor de jóvenes expresaba su preocupación por la prevalencia de problemas de salud mental como el alto estrés, la ansiedad o la depresión, siendo el suicidio la primera causa de muerte externa entre la juventud. Según datos del Centro Reina Sofía sobre adolescencia y juventud, en 2018 de las y los jóvenes que notaron síntomas de algún trastorno, solo la mitad solicitó asistencia, ya que el abordar los trastornos mentales sigue siendo un tabú también para las generaciones más jóvenes. La crisis de la COVID-19 está generando una alta inestabilidad e incertidumbre a corto plazo (aunque con un impacto vital muy relevante), además de estrés e impacto emocional del confinamiento y posible pérdida de seres queridos. Según un estudio de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) las personas jóvenes de entre 18 y 24 años son el grupo de edad que presenta más síntomas relacionados con ansiedad (34,6%) y depresión (42,9%) durante el confinamiento. Estas cifras suponen casi el doble de las del conjunto de la población. El ámbito de la salud mental en la juventud requiere de un enfoque estratégico tras la crisis de la COVID, la cual ha profundizado algunos problemas ya existentes, por ello es necesario que las administraciones prioricen planes que aborden la salud mental en particular entre el colectivo joven.

Salud pública
Si bien la juventud no es el principal colectivo de riesgo en la crisis sanitaria, algunas pautas de conducta durante el confinamiento sí pueden empeorar sus condiciones de salud general. De la misma forma, hay estudios que muestran que se está creando una percepción negativa sobre la juventud, derivando en un aislamiento social de personas jóvenes por identificarlas como potenciales propagadores del virus. Esta visión pone en riesgo la cohesión social durante y post-crisis sanitaria.

Salud social
La crisis sanitaria nos hará replantear la forma en la que nos relacionamos con nuestro entorno, tanto en relación con otras personas como con nuestro espacio. Debido al confinamiento ya se ha producido una ruptura de la cotidianidad y tras él será necesario establecer nuevos hábitos. De la misma forma, durante el propio período de confinamiento hemos adaptado nuestras vidas y funcionamiento en diversos ámbitos a las nuevas condiciones, que pueden habernos traído aprendizajes positivos de cara a establecer posteriormente una vida saludable.

Ocio
La Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, establece que la realización de actividades de ocio y tiempo libre es un derecho que tenemos todas las personas, pues es necesario que todas dediquemos un tiempo a la semana a hacer una actividad que no se enmarque en el tiempo de estudio, trabajo o cuidados, con la cual disfrutemos y nos ayude a desconectar de nuestras continuas responsabilidades.
El verano es sin duda una estación especial para las entidades juveniles de educación no formal y ocio y tiempo libre, pues mediante los campamentos realizan actividades de ocio para miles de jóvenes. Es por ello por lo que ante la situación del COVID-19 y ante la posible dificultad de realizar campamentos de pernocta vemos necesario que se tengan en cuenta posibles alternativas para que todas las personas jóvenes puedan disfrutar de un ocio activo y participativo. Además, este tipo de actividades conllevan de gran preparación previa al evento, por lo que es necesario que las administraciones y direcciones generales de juventud específicamente tomen decisiones de la forma más ágil posible, manteniendo informadas a las entidades juveniles.

Actividades juveniles y voluntariado

Ocio educativo y tiempo libre
Una vez comenzado el Plan de desescalada por comunidades y ciudades autónomas, es el momento también de empezar a recuperar el derecho al ocio y al juego de la infancia y de la juventud en el aire libre así como su desarrollo a través de la Educación No Formal. Para ello es importante que las administraciones publicas junto a las entidades de infancia y juventud, trabajen de manera conjunta y desarrollen una propuesta en la que se contemple la viabilidad de las actividades que se podrán hacer en cada fase, poniendo como foco para ello la seguridad de todas las participantes y responsables de la actividad.

Educación no formal y apoyo escolar
Queremos destacar la amplia experiencia de las entidades juveniles en la planificación de actividades de educación no formal y de la importancia de contar con ellas a la hora de diseñar las actividades de refuerzo escolar a las que está haciendo referencia el Ministerio de Educación para que se realice un equilibrio con actividades de ocio atractivas, adaptadas a las distintas edades y que sean seguras a nivel sanitario.
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